¡Hola! Soy Anikuni

Todo lo que aqui narro es producto de mi imaginación algo turbada, ya que mi modo de ver la vida es a causa de mis cuatro neuronas: Nací con 2 muertas, la 3ª es la que rige mi vida por completo y la que me permite soñar con un solo objtivo ser la última fan de Johnny Depp ( así sé el lugar que ocupo en la fila) y la 4ª por ir al lado de la 3ª esta contaminada por su genialidad pero aun guarda un gramo de sensatez que me permite seguir viviendo.

Creo que por eso me eche al mar de la osadia o de lo absurdo porque lo que escribo es una recopilación de mis aventuras o más bien de mis travesuras por conseguir mi ansiado autógrafo.

Así pues, dejo testimonio de lo que aquí cuento es tan solo casual.

Para quien le pueda interesar: Así empieza PERIPECIAS DE UNA FAN

miércoles, 16 de diciembre de 2009

MUTIS POR RESPUESTA

Pasó en un aeropuerto de rumboso nombre de la ciudad de Paris.
Iba yo con mi cuñada cogidita del brazo, hablándole de lo divertido que me lo había pasado con mis amigos castellanos afincados en la Ciudad de la Luz.
Montse, días antes, sintió pena por mí, ya que sabía perfectamente mi terror a volar. Así que, habíamos quedado en la capital francesa para volver a nuestra tierra.

En las escaleras automáticas en dirección hacia la puerta de embarque me sentía charlatana y feliz, por el recuerdo de mis mini vacaciones. Montse me miraba con una carita de consuelo.

De repente sucedió: por la escalera mecánica de subida dos personas todas vestidas de negro, como si vinieran de un funeral se nos aproximaban. Un hombre con un abrigo Armani, ya que yo para las marcas no tengo rival, y una mujer rubia esquifada, con un traje chaqueta antiguo adornado con un collar de perlas, creo que Majoricas, tope cursi, a su lado. Los dos sin gusto, y puestas unas gafas de sol negras.

Yo con mi despiste le manifesté a mi cuñadita, lo sexy que era el hombre, ya que las escaleras automáticas nos permitieron gozar de tanta belleza y criticar a la pobre victima que iba junto a él.
Montse es la que se dio cuenta y me dijo:

- ¿Sabes, Ani quién es el del funeral?- yo tan sólo le contesté:

- No- quedándomelo mirando, mientras me lo cruzaba.
Montse contestó:

- Es Johnny Depp, con su pareja-

Entonces sin darle tiempo a reaccionar me excusé de mi cuñada y subí en contra dirección, por la escalera que bajaba, apartando uno a uno a todo transeúnte que en ella se encontraba. La gente quejosa seguramente me maldecían en francés pero yo les sonreía al no entender nada, tan sólo la voz de mi cuñada que gritaba:

- ¿Qué haces, insensata, estás loca...?-que y desapareció.

Cuando conseguí llegar donde estaba Johnny, se encontraba firmando unos autógrafos a unos viajeros que lo reconocieron. Manifesté mi gozo, pero con tan mala suerte, que un chicle se me quedo pegado en la suela de una de mis chancletas produciéndome que me quedará sin esta.
Yo me alarmé:

- ¡Hostia puta!- ya que Johnny estaba en mi campo de visión y se podía ir.

La situación fue tan rocambolesca que, ante mi exclamación, él se dio cuenta de la que escribe que a la pata coja intentaba ponerse la chancla, donde el asqueroso chicle quedó enganchado. Pero ¡ay de mi¡ el que me sostenía, es decir el otro píe, se me dobló, perdiendo el equilibrio. Él al verme hacer florituras para no perder mi verticalidad, dejó lo que estaba haciendo vino a recogerme:

- Pero...pero ¿qué cojones le pasa? Se iba a caer- fueron sus palabras en francés. Yo no entendí nada y le contesté:

-Mesier, en inglés por favor, no soy dueña de tanto intelecto- Él se echó a reír y me contestó en su idioma:

- ¿Qué cojones le ha pasado?, la he visto en el suelo.-

Yo, jadeante aún por el esfuerzo en no caerme le contesté:

-Lo primero gracias, y lo que acaba de ver solo ha sido el producto de un asqueroso chicle enganchado mi chancla y todo, señor Depp, por su autógrafo.-
Él sonrió y me contestó:

-¿Crees que merece la pena torcerse un tobillo por mí?- se me quedó mirando con sus gafas bajadas a media nariz.
Yo le contesté:

- Pues sí. Llevo varios años detrás de usted, escribiéndole,- se me quedó extrañado por la expresión, pero le seguí hablando- y lo que siempre he conseguido ha sido un mutis por respuesta.

Cansada de tanta frialdad por su parte, indagué por varios foros donde decían que a toda persona con suerte su agente, no usted, le mandaba una fotocopia con su autógrafo- hice un inciso al contemplar a su abnegada mujer que lo esperaba, y continué hablándole- Por mi parte ya le puede decir a su agente que es un cutre. ¿No cree señor Depp, que una puede conseguirlo bajándoselo de Internet de las millones fotos firmadas por usted?- hice un inciso, poniéndole cara de picara- ¿o las pone expresamente para que nadie le moleste?-

Se echó a reír contestándome:

-¡Esta sí que es buena!, no lo había pensado- se metió la mano por el bolsillo interior de su abrigo, buscándose algo, sacando su pluma estilográfica. Cuando mí cuñada Montse apareció por escalera:

- ¡Desde luego que eres...!- se calló ya que nos vio hablar. Se nos acercó.

Por su parte, Johnny continuó hablando:

- Tienes un papel o algo que yo pueda escribir y pasar de ser curte, no yo, sino mi agente claro- “Johnny es genial y escandalosamente atractivo“, pensé cuando me hablaba.
Yo girándome interrogué a mi cuñadita:

- Montse, hermosa, ¿tienes la fotografía que compré en Disneland Resort Paris, esa que tanto me gusta verla una y otra vez?-

Ella que es una chachipirulí auténtica, y me conoce que soy una pesada de narices con tanto JD, me contestó, mientras buscaba en el interior de su bolsa:

-Si tómala y déjanos tranquilos: A él y a mí-

Yo hice las presentaciones, como si a Johnny lo conociera de toda la vida:

- JD, esta es mi cuñada Montse Pulpillo. Montse este es mi chachipirulí, actor favorito y no es nada más, porque esta ajuntado con su Vanesa sino…- fue cuando Johnny me interrumpió preguntándome el nombre:

- Anikuni- le contesté, mientras Johnny escribía.

-¡Ya esta! Toma.- Se lo cogi, vi su autógrafo en esa foto tan especial para mí, que decía:

“De Jack a la preciosa Anikuni para que se acuerde de su actor.
Johnny Depp.”

Me la estreché contra mi pecho manifestándole:

-Sabes Johnny, tu mujer tiene la gran suerte de haberte conocido. Gracias, y adiós para siempre.

Él me sonrió, dándome un dulce beso en la mejilla, y otro igual a mi cuñada Montse, volviéndose a poner bien sus espantosas gafas de sol negras, se dio la media vuelta y desapareció en compañía de Vanesa.

Fin.

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